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Boby era un perro de raza mestiza con un pelaje color arena y un espíritu tan libre como el océano. Amaba la playa más que nada en el mundo. Cada mañana, incluso antes de que el sol se decidiera a salir, ya estaba rascando la puerta, ansioso por su paseo diario. Una vez en la orilla, era un torbellino de alegría. Corría a toda velocidad, dejando un rastro de huellas en la arena húmeda, ladraba felizmente a las olas que se atrevían a mojarle las patas y mantenía conversaciones muy serias con los cangrejos que se cruzaban en su camino. Le encantaba cavar en busca de tesoros imaginarios y perseguir a las gaviotas, aunque nunca las atrapaba. Un día, mientras excavaba con fervor cerca de unas rocas, su pata tropezó con algo duro. No era una concha ni una piedra. Era una botella de cristal verdoso, cerrada con un corcho. Dentro, pudo ver un papel enrollado. Con la ayuda de su dueña, sacaron el papel. ¡Era un mapa del tesoro! No uno imaginario, sino uno de verdad. El mapa prometía el "Hueso Dorado del Pirata Patapalo". Ese fue el comienzo de la mayor y más emocionante aventura en la vida de Boby, una búsqueda que lo llevaría por dunas misteriosas y calas escondidas.

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