cuentaIA

Sofía usaba unos audífonos azules que ella llamaba sus "súper orejas". Gracias a ellos, no solo oía el canto de los pájaros o la voz de su madre, sino también sonidos que nadie más parecía notar. Su secreto mejor guardado era que, en las noches despejadas, podía oír el tintineo suave y cristalino de las estrellas. Era una música celestial que la arrullaba para dormir. Una noche, sin embargo, el cielo estaba extrañamente silencioso. Sofía miró hacia arriba y notó con pavor que el brillo de sus amigas estelares se estaba apagando, como velas en una corriente de aire. Preocupada, usó sus súper orejas para buscar la causa. Siguió la pista de un silencio creciente, un vacío en la sinfonía cósmica, que la llevó a un nido de "Silenciadores del Cielo", pequeñas criaturas grises que se comían el sonido y la luz. Con ingenio, Sofía proyectó hacia el cielo el sonido más alegre que conocía: la risa de su hermanito. El sonido de la pura felicidad fue demasiado para los Silenciadores, que se disolvieron en polvo inofensivo. Las estrellas, liberadas, volvieron a brillar y a cantar, agradecidas a su heroína terrestre.

Herramientas

Modifica y mejora tu historia.

cuentaIA

Generar Imagen

Escuchar Historia

Adaptar Contenido

Exportar